jueves, 16 de julio de 2009

MI ÚLTIMO DOMINGO


¡Qué nervios! En tres días salimos para Senegal y luego, la semana que viene, Gran Canaria. Estoy como un flan, porque no sé cómo vamos a apañárnosla en Dakar, porque no sé cómo voy a sentirme en Las Palmas después de tanto tiempo
–creo que todo me resultará raro–, y, sobre todo, porque voy a echar mucho, mucho, de menos mi casita en Cape Point (un puro desastre, ya lo contaré otro día), el Sunshine, a mis chicos, a los vecinos de Bakau, a mis perros…
Este domingo pasado miraba la playa (llena de gente tamboreando, haciendo sus barbacoas, pasando el día con las familias…, como todos los domingos) y no podía dejar de emocionarme pensando que sería el último durante mucho tiempo, ¡cuánto lo voy a extrañar!

Hace un par de meses, Jose, un albañil madrileño, todo un filósofo, me dijo que el Sunshine era como una pequeña aldea, y es verdad, aquí comen, pasan el día, se bañan, rezan, lavan sus ropas, charlan, bailan, tocan los tambores… no sólo mis trabajadores, sino algunos vecinos de Bakau. Mis vecinos. Mi gente. Mi barrio. Mi aldea. ¡Hasta pronto!








lunes, 13 de julio de 2009

MIS CANGREJAS


En época de lluvias las hembras del Cangrejo Azul de tierra inician su carrera hacia el mar para desovar y salen a cientos cruzando carreteras y caminos. El año pasado cuatro de ellas decidieron instalarse en el “back” de mi cocina (supongo que por las suculencias de los tres mangos y los dos limoneros del jardín contiguo). Hicieron sus hoyos en la tierra y se quedaron un par de meses. Después se marcharon todas a excepción de una muy grande que prefirió quedarse y hacerse mi amiga. Cada noche venía a la puerta trasera y esperaba que le echara trozos de pan, mangos, manzanas… y hasta pollo. Por aquellos días teníamos muchos problemas con el agua, que permanecía cortada hasta una semana entera; a veces sólo salía un hilito en el grifo de la terracita trasera de la cocina, por lo que una mañana dejé allí olvidado un caldero en espera de poder llenarlo y, cuál fue mi sorpresa, al ir por la noche a comprobar si salía algo de agua allí y encontrarme a mi cangreja muy bien colocadita dentro. Por un momento me dieron ganas de llenar el caldero, ponerla al fuego y zampármela… Luego me dio penita, le di su mango y la dejé marchar.






Hace un par de meses, cuando yo, al no verla durante un tiempo, creía que por fin había continuado su camino, me encontré su cascarón seco, vacío y maloliente al sol. Se murió la pobrecita.

El verano y las lluvias han regresado, y con ellos regresarán las cangrejas… Por ahora sólo tengo una invitada, pero ésta –no sé si me está retando– ha aparecido directamente dentro de otro caldero que dejé en remojo. ¿No dan ganas de comérsela?




DE LUCES Y DIABLOS


Hace ya unos cuantos días que tenemos las street lights funcionando en Koffi Annan y Old Cape Road. La verdad es que caminar por las noches ha perdido un poco de aquel encanto misterioso, romántico, aventurero…, pero es seguro que ahora es más difícil caerse en una zanja, estar a punto de pisar una serpiente, tropezar con un sapo o cangrejo gigantes, por no hablar de brujas o diablos que acechan en los rincones oscuros…
Ha sido horrible mientras estaban realizando los trabajos, porque nos cortaban la luz todo el día con el calor tan grande que hace, pero bueno, ahora eso ya se ha “normalizado”: sólo nos la cortarán de vez en cuando; casi siempre cuando necesitas planchar algo, conectar a Internet o acabas de hacer la compra de congelados, ¡cosa de diablillos africanos!





domingo, 12 de julio de 2009

ESSA BAJAGA


El miércoles conocí a Jesús. Lo trajo Sandra, una barcelonesa que va a quedarse por aquí una temporadita y con la que he estado en contacto desde que nos conocimos hace unos meses. Estuvimos en el Sunshine hablando un rato y después en el Lama Lama, con Joana –otra española de vacaciones– y nuestros amigos o parejas, Lamin, Pa, Seydou… En medio del escándalo de Fireman y sus Dj’s pudimos conversar todos un poco e intercambiar experiencias…
Jesús es un cooperante de Lleida que lleva viviendo en Baja Kunda nueve meses, donde lo han “bautizado” con el nombre de Essa Bajaga. La aldea está en un sitio muy remoto, cerca de la frontera con Senegal, y él causó mi admiración, no sólo por su dedicación al proyecto que están llevando a cabo, sino por su adaptación a la vida local –no tiene electricidad y el agua la trae del pozo– y su convencimiento de quedarse en el pueblo por muchos años más…
La vida aquí no es fácil. Los que llevamos mucho tiempo sin viajar a Europa pasamos desconsuelo de muchas cosas (¡ay, la comida española, los productos de allá!, se nos hacía la boca agua hablando de comiditas ricas…), pero quedarse allí, en Baja Kunda o cualquiera de las aldeas interiores, es muy difícil y tiene mucho mérito… Él aprovecha las escapadas a la capital para darse algún caprichito y salir de la rutina diaria. Y así lo conocí por casualidad cuando tuvo que venir esta semana…
Antes de despedirnos me dejó la dirección de su blog http://cooperantebajakunda.blogspot.com/ y, después de visitarlo –aunque aún no he tenido tiempo de leer todas las entradas– mi admiración y curiosidad inicial han ido en aumento, porque Jesús cuenta las cosas de una manera muy personal. Me ha gustado mucho ir leyendo sus impresiones sobre la vida local, sobre sus experiencias, y advertir los cambios que se han ido produciendo paulatinamente en su propia persona… ¡Me ha encantado, Jesús!

sábado, 4 de julio de 2009

LUCES EN BAKAU


Hace un par de meses –en abril o mayo, no recuerdo bien– pusieron las street lights en la carretera general que viene desde Banjul. Por las noches se ven desde el SUNSHINE y al principio mis chicos, los trabajadores y los vecinos del barrio que vienen a tocar los tambores, se asomaban a la playa para verlas embobados y orgullosos. Traté de sacar una foto para mandársela a mi camarero jefe, Alagie, que entonces estaba en Gran Canaria de vacaciones, pero mi cámara no tiene el alcance (objetivo o como quiera que se llame, no me líen…) suficiente y salió todo negro, sin luces, que era la gracia…
Total, que el asunto se me olvidó y no volví a pensar en las street lights hasta que hace un par de semanas me caí en una zanja. Era de noche, claro. Y todo muy oscuro, como siempre. Conozco el camino, un pequeño atajo de tierra roja que tomo a veces, pero la zanja –al llegar ya a Old Cape Road, la principal–, era nueva y yo no sabía que estaba ahí, quién demonios la había puesto ahí. Me caí –no me pasó nada, mami, sólo unos cuantos rasguños y golpes en las piernas; de puritito milagro, todo hay que decirlo– y entonces vi la zanja larga y las farolas al borde de la carretera.
Están poniendo las street lights en Bakau.
Anoche estábamos Lamin y yo en el Safee’s, un pequeño restaurante cerca del Craft Market, casi en la turntable, cuando escuchamos una algarabía tremenda de niños cantando y corriendo calle abajo. Nos acercamos a la esquina: habían encendido las luces de Atlantic Avenue.
Ahora sólo faltan por aquí las de Kofi Annan Street y las de Old Cape Road. De momento la zanja ya la han tapado.
La gente está muy feliz.

jueves, 2 de julio de 2009

LA CHICA DEL BURKA


La semana pasada me pasó algo muy curioso. Venía yo caminando por el interior de Bakau, por las calles de tierra roja, cerca de las doce o la una de la madrugada (sí, soy una niña mala y me escapé sola al Podium –un garito local– a tomarme un par de cervezas). Hacía calor y había bastante movimiento por el barrio –hace mucho calor estos días y la gente descansa en las horas de sol y sale al fresco de la noche–, chicos y chicas paseando, comprando en la local shop, señores y señoras sentados a las puertas de sus casas… De repente se situó caminando junto a mí una joven cubierta por un burka negro. “¡Coño, qué susto!” no pude evitar exclamar llevándome la mano al pecho. Ella se echó a reír y me miró divertida desde su escondite, sólo con sus grandes y preciosos ojos. “¿No tienes calor ahí debajo?”, le dije, “Seguro que eres preciosa y andas por ahí tapada”. Se levantó el burka –echándolo por detrás de su cabeza y descubriendo un sencillo vestido de un colorido tejido africano– y me contestó sin dejar de reír: “Es para molestar a mi marido”. “¡¿Qué?!” “Sí, sí. A él no le gusta que lo lleve y yo lo provoco usándolo”. “Estás loca, si aquí nadie te obliga a ir así…” “Ah, no, sólo estoy jugando con él –me confesó tomándome las manos y mirándome con gesto cómplice de mujer–, es que estamos recién casados, ¿sabes?, ya me lo quitaré más adelante…” Y seguimos las dos caminado calle abajo cogidas de la mano, ella con su falda larga y yo con mis pantalones cortos. (Aquí es relativamente normal que dos hombres o dos mujeres anden cogidos de la mano en un gesto fraternal; quizás no tanto cuando una de las dos es blanca…). Yo meneaba la cabeza y ella continuaba riendo divertida. “Pues no lo entiendo –pensé–, podrías ponerte un camisón atractivo, unas medias de rejilla, tacones, minifaldas, escotes, ligueros…” Silicona, dietas, anorexia, bulimia. Tacones. Celulitis. Anticelulíticos. Maquillaje. Cosmética. Consumo. Gimnasio. Cirugía estética. Complejos. Anorexia. Muerte. Esclavitud…
“Vale, lo entiendo un poquito”, le dije al despedirnos a la puerta de su casa, “pero quítate eso tan oscuro y ponte algo más alegre de telas africanas”. “Ya lo haré…”, y desapareció tras la puerta de su compound sin parar de reír.


COMENZANDO


Casi todos los días escribo varios mails a alguna de mis niñas de España y casi siempre acabo contándoles de mis andanzas por aquí, así que ya llevaba un tiempo dándole vueltas a la idea de crear un blog donde compartir con ellas –digo ellas porque son mayoría, aunque también hay algún él–, y con los invitados nuevos y espontáneos que puedan aparecer –¡bienvenid@s!–, las anécdotas de la vida diaria por estas tierritas gambianas. Pero ya se sabe –muchas lo saben, quien conozca África lo sabe– lo que pasa por aquí: cuando no es que falla la conexión a Internet es que se va la luz, o el techo sale volando durante una tormenta, o hay que ir a buscar agua a la mezquita porque está cortada desde hace días… Y una acaba diciendo: “tomorrow”. Tomorrow. Tomorrow. Siempre hay algo que hacer mañana porque siempre queda algo pendiente de resolver… Y se pasan los días y una no se decide nunca a empezar con el blog…
Total, que esta semana andaba yo probando los diseños, jugando con las fotitos, y casi sin darme cuenta lo puse en marcha. Sólo me faltaba comenzar a escribir… Y quizás no sea este el momento idóneo para contar aventuras africanas, porque dentro de poco viajaré a Gran Canaria por espacio de dos meses, pero, quién sabe, después de tanto tiempo sin salir de aquí seguramente redescubro mi islita natal con nuevos ojos, ojos asombrados de negra blanca…