lunes, 13 de julio de 2009

MIS CANGREJAS


En época de lluvias las hembras del Cangrejo Azul de tierra inician su carrera hacia el mar para desovar y salen a cientos cruzando carreteras y caminos. El año pasado cuatro de ellas decidieron instalarse en el “back” de mi cocina (supongo que por las suculencias de los tres mangos y los dos limoneros del jardín contiguo). Hicieron sus hoyos en la tierra y se quedaron un par de meses. Después se marcharon todas a excepción de una muy grande que prefirió quedarse y hacerse mi amiga. Cada noche venía a la puerta trasera y esperaba que le echara trozos de pan, mangos, manzanas… y hasta pollo. Por aquellos días teníamos muchos problemas con el agua, que permanecía cortada hasta una semana entera; a veces sólo salía un hilito en el grifo de la terracita trasera de la cocina, por lo que una mañana dejé allí olvidado un caldero en espera de poder llenarlo y, cuál fue mi sorpresa, al ir por la noche a comprobar si salía algo de agua allí y encontrarme a mi cangreja muy bien colocadita dentro. Por un momento me dieron ganas de llenar el caldero, ponerla al fuego y zampármela… Luego me dio penita, le di su mango y la dejé marchar.






Hace un par de meses, cuando yo, al no verla durante un tiempo, creía que por fin había continuado su camino, me encontré su cascarón seco, vacío y maloliente al sol. Se murió la pobrecita.

El verano y las lluvias han regresado, y con ellos regresarán las cangrejas… Por ahora sólo tengo una invitada, pero ésta –no sé si me está retando– ha aparecido directamente dentro de otro caldero que dejé en remojo. ¿No dan ganas de comérsela?




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