jueves, 2 de julio de 2009

LA CHICA DEL BURKA


La semana pasada me pasó algo muy curioso. Venía yo caminando por el interior de Bakau, por las calles de tierra roja, cerca de las doce o la una de la madrugada (sí, soy una niña mala y me escapé sola al Podium –un garito local– a tomarme un par de cervezas). Hacía calor y había bastante movimiento por el barrio –hace mucho calor estos días y la gente descansa en las horas de sol y sale al fresco de la noche–, chicos y chicas paseando, comprando en la local shop, señores y señoras sentados a las puertas de sus casas… De repente se situó caminando junto a mí una joven cubierta por un burka negro. “¡Coño, qué susto!” no pude evitar exclamar llevándome la mano al pecho. Ella se echó a reír y me miró divertida desde su escondite, sólo con sus grandes y preciosos ojos. “¿No tienes calor ahí debajo?”, le dije, “Seguro que eres preciosa y andas por ahí tapada”. Se levantó el burka –echándolo por detrás de su cabeza y descubriendo un sencillo vestido de un colorido tejido africano– y me contestó sin dejar de reír: “Es para molestar a mi marido”. “¡¿Qué?!” “Sí, sí. A él no le gusta que lo lleve y yo lo provoco usándolo”. “Estás loca, si aquí nadie te obliga a ir así…” “Ah, no, sólo estoy jugando con él –me confesó tomándome las manos y mirándome con gesto cómplice de mujer–, es que estamos recién casados, ¿sabes?, ya me lo quitaré más adelante…” Y seguimos las dos caminado calle abajo cogidas de la mano, ella con su falda larga y yo con mis pantalones cortos. (Aquí es relativamente normal que dos hombres o dos mujeres anden cogidos de la mano en un gesto fraternal; quizás no tanto cuando una de las dos es blanca…). Yo meneaba la cabeza y ella continuaba riendo divertida. “Pues no lo entiendo –pensé–, podrías ponerte un camisón atractivo, unas medias de rejilla, tacones, minifaldas, escotes, ligueros…” Silicona, dietas, anorexia, bulimia. Tacones. Celulitis. Anticelulíticos. Maquillaje. Cosmética. Consumo. Gimnasio. Cirugía estética. Complejos. Anorexia. Muerte. Esclavitud…
“Vale, lo entiendo un poquito”, le dije al despedirnos a la puerta de su casa, “pero quítate eso tan oscuro y ponte algo más alegre de telas africanas”. “Ya lo haré…”, y desapareció tras la puerta de su compound sin parar de reír.


2 comentarios:

  1. Hola, yo lo una mujer (o creo que era una mujer) con burka, fue en Banjul cerca del mercado. No recuerdo bien si fue la 1ª o la 2ª vez que estuve en Gambia. Me acuerdo que ibamos al mercado con Camara y claro él vio nuestra cara de asombro y nos dijo que esa mujer no era de Gambia, que seguramente sería árabe.

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  2. Hola, reina (¡y gracias por ser mi primera seguidora!). Bueno, esta chica sí era gambiana y parecía que lo llevaba como una gracia o una moda… y desde luego por libre iniciativa… Sé que es un tema polémico en Europa, pero a veces me da rabia que las mujeres occidentales se crean superiores, modernas y liberadas cuando en realidad no son más que esclavas de la moda y el sistema… Anoche precisamente pasaron otras dos chicas vestidas así (no con un burka completo, sino con el velo largo negro) y pregunté a mis acompañantes. Me dijeron que son de familias musulmanas que llevan las tradiciones de forma más estricta –tanto los hombres, como las mujeres y los niños–. A veces me siento dividida en los temas concernientes a las mujeres, pero no me gusta juzgar desde el punto de vista “blanco”, porque muchas veces las cosas no son lo que parecen…

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